EL TALENTO DE MRS. HIGHSMITH

 

 "Tom le envidió intensamente, con un sentimiento mezcla de envidia y de piedad por sí mismo.”

Esta cita pertenece a la novela de Patricia Highsmith “El talento de Mr. Ripley” la novela que vertebra probablemente la carrera literaria de la novelista norteamericana más brillante que ha dado el siglo XX en novela de suspense o policíaca. La escritora, nacida en Texas, cambió el desprecio de su país de origen por la veneración que producía su obra en la vieja Europa. Muy por encima de la sobrevalorada Agatha Christie, su fama como escritora policíaca parece ser superada de modo injusto, por cuanto los personajes de Highsmith son infinitamente más complejos y creíbles que los estereotipados de Christie (a quien por cierto debo reconocer veneré en mi adolescencia). Las novelas de Highsmith giran alrededor de la culpa, el crimen o la mentira.

La novelista norteamericana nos muestra con recurrencia temas como la homosexualidad, la lucha interna de los personajes y sobretodo la fascinación que éstos sienten cuando bordean el peligroso sendero de la psicopatía. Posee un estilo directo y sencillo que se diría incluso económico como su admirado Guy de Maupassant. 

 

Así nos encontramos en el cine, ese partenaire cuasi perfecto de la literatura, un vehículo imprescindible para ayudarnos a entender la literatura de Patricia Highsmith en títulos tan extraordinarios como “Extraños en un tren” (Alfred Hitchcock, 1951) , “A pleno sol” (RenéClemént, 1960) o la magnífica “El talento de Mr. Ripley” (Anthony Minghella, 1998). Si bien Highsmith ha sido adaptada en algunas ocasiones más a las citadas, es ineludible sentirse casi atrapado en estos títulos sin despreciar por supuesto las dos adaptaciones que la novela “El juego de Ripley” tuvo con “El amigo americano” (Wim Wenders, 1977) con Dennis Hopper y la versión homónima de 2002 de Liliana Cavani con John Malkovich. Otra de sus grandes novelas sería la polémica pero maravillosa “Carol” que Todd Haynes en 2015 llevó a la gran pantalla con una siempre brillante y sofisticada Cate Blanchett.

¿Cuánto estaríamos dispuestos a hacer por ser otra persona? ¿Qué hallamos en común entre el psicópata Bruno Anthony de “Extraños en un tren” y el Tom Ripley de las dos cintas posteriores? Sin duda alguna la idea de suplantación persiste en las tres películas. A los dos no les gustan sus vidas. Anthony quiere la vida de Guy Haines (Farley Granger), quiere su fama, su éxito con las mujeres, es un tenista célebre y todo le sonríe. Tom Ripley quiere lo que Dickie Greenleaf posee…dinero, belleza, atractivo, personalidad…ambos personajes abordan a sus víctimas para pegarse a ellos como haría una sabandija imposible de ser desprendida. Ambos poseen esa ambigüedad moral tan utilizada por Highsmith en sus personajes. Seres turbios, llenos de complejos que utilizan a la sociedad y a sus comportamientos hipócritas para conseguir sus logros. Bruno Anthony no tiene reparos en plantearle un doble crimen a un desconocido al que admira (Guy debe matar a su padre y él a cambio se deshará de la incómoda ex mujer de Guy) , Tom Ripley no duda en aceptar la oferta del padre de Dickie para ir a Italia a convencerlo de que regrese de su vida llena de lujos y placeres. Ambos Ripley retratados de forma distinta pero igualmente apasionante tanto por René Clemént con Alain Delon como por Anthony Minghella al filmar a Matt Damon.

 En “A pleno sol” la fuerza de la película reside principalmente en una puesta en escena asfixiante que posee una intensidad brutal. Una película que se adentra en lo más profundo de la condición humana para retratar las miserias del protagonista cuyo arribismo y amoralidad se tornarán ante el espectador en una extraña fascinación a la que sin duda contribuye de manera notoria la elección de los actores, tanto la mirada turbia de Alain Delon como Maurice Ronet embelesan a la cámara haciéndola suya.

El Tom Ripley de Minghella sin embargo presenta una cara distinta pero no menos apasionante. Matt Damon compone un personaje brillante a través de los distintos matices que presenta. A ratos frágil, desvalido, lleno de complejos por su origen humilde, un ser que merece triunfar en la vida por su gusto refinado, su talento, su manera de entender la vida, pero por otro lado un psicópata ambicioso, nada dispuesto a renunciar . Será en el momento en que veamos la cara más real de Ripley,  cuando la volubilidad del niño bien de Dickie Greenleaf (extraordinario Jude Law) le haga sentir que es un estorbo y que ya no forma parte de ese maravilloso universo creado en Mongibello junto a su novia Marge (una Gwyneth Paltrow que irradia luz y a la que la cámara parece adorar). Cuando se acaben las noches de jazz, los paseos en barco y las puestas de sol, Tom Ripley languidecerá como el verano que se acaba.

Son tres cintas que como Highsmith refleja en las obras que las inspiran muestran temas recurrentes en su literatura. El desprecio por la figura paterna a quien pretende asesinar en “Extraños en un tren”, la homosexualidad del personaje de Tom en la cinta de Minghella, el arribismo del Ripley que interpreta Delon en “A pleno sol” …todo converge sin embargo en la misma idea la del personaje que no se somete a los conceptos morales de la sociedad. Hithcock creó un thriller lleno de virtuosismo, René Clemént otro thriller lleno de color y luz para acabar con Minghella que va más allá al adentrarse de forma más evidente en la psicología de un personaje que Patricia Highsmith encumbra como uno de los grandes iconos literarios de la novela policíaca sin ser ni detective, ni policía…un estafador, un suplantador, sin escrúpulos, sin moral y sobretodo sin remordimiento. La fascinación que el personaje va adquiriendo al sentirse cada vez más fuerte traspasará primero el papel y luego la gran pantalla para quedarse definitivamente con nosotros.

Rubén Moreno

 

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