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Mostrando entradas de septiembre, 2020

¿TE GUSTA EL CINE? NO.

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  Una pregunta que se suele convertir posteriormente en una afirmación, incluso en tono condescendiente es esta de: "¿Qué? ¿Te gusta mucho el cine, eh? Eres uno de esos".  No, no me gusta el cine. Me gusta el café con hielo que me prepara mi señora en verano, después de comer, me gusta la tarta de queso que hace ella. Me gusta el color rojo, me gustan la pasta y la pizza o me gustan los huevos fritos con patatas...eso me gusta, pero también podría pasar sin esas cosas y no pasaría nada (bueno excluiría en eso de que puedo pasar a la tarta de queso y a los huevos fritos) El cine no me gusta. No pertenezco a ese gigantesco grupo de población que dice que le encanta el cine. A ese grupo que en oleadas poblaba las colas de las multisalas cada fin de semana, antes que el mundo decidiera darse una tregua en forma de virus. No, no me puedo incluir en ese grupo que se sienta frente a la pantalla y dice que adora el cine pero solo lo entiende como un modo más de ocio. A mí, n

LAS IDENTIDADES DIFUSAS

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Todos llevamos puesta una máscara que oculta todo aquello que no queremos que los demás vean de nosotros mismos. Esa especie de protección ante lo desconocido o simplemente ese apoyo para no sentirnos vulnerables es lo que vertebra la existencia en realidad. La vulnerabilidad de aparecer sin máscara nos precipita, nos coloca ante abismos de los que preferimos siempre huir. “Quién te cantará” de Carlos Vermut es un maravilloso ejercicio de cine que ahonda en esos abismos de los que queremos escapar, a través de la historia de dos mujeres, Violeta y Lila que buscan su identidad una a través de la otra. Para alimentar además esta especie de muñeca rusa emocional, nos encontramos con otros dos personajes femeninos que dibujan las personalidades de nuestras protagonistas. Por un lado, Marta, la hija de Violeta, una adolescente perdida, que busca a través de la violencia y el sometimiento su afirmación y Blanca, la asistente de Lila, que también persigue su identidad por medio de Li

LAS PUERTAS CERRADAS DE LA MENTE

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Decía Shakespeare que “ la culpa no está en nuestras estrellas sino en nosotros mismos” . Con esta frase abre Hitchcock la que debió ser la más onírica de todas sus películas quedando luego en “solo” y entrecomillamos lo de solo, una master piece del género policíaco. Hablamos de “Recuerda” (Spellbound, 1945) una cinta de la factoría del gran David O. Selznick y adaptación de Ben Hecht de la obra de Francis Breeding “The House of Dr. Edwardes” A Hitchcock siempre le fascinó ese mundo de lo onírico y de las dobles personalidades, ya habíamos visto en “Rebecca” como Joan Fontaine se pasaba la película opacada por el recuerdo de la gran señora de Winter, la dualidad de Kim Novak en Vértigo o la doble identidad confusa de Cary Grant en “North by Northwest” cuando su Roger O. Thornhill es confundido con el agente del gobierno George Kaplan. La misma Ingrid Bergman de “Notorius” era Alicia Huberman intentando adoptar una nueva personalidad. Característica que sin duda Gregory Peck aquí