LA BELLEZA DE LO COTIDIANO
Unos buldozzers van tumbando árboles en mitad de la noche, la naturaleza comienza a perece r frente al hombre y sin embargo es un acto de destrucción rodado con un pulso magnífico a la vez que hipnótico , el pulso de Oliver Laxe, el director de “O que arde”, quien nos trae un brillante poema visual que nos reconcilia con el cine a través de dos elementos vinculados entre sí, las relaciones humanas y a la vez con su entorno . Asistimos como espectadores privilegiados a la vida de Amador y su madre Benedicta. Ella, ya anciana, simboliza perfectamente esa mujer recia y castigada por el trabajo a lo largo de su vida. Esas mujeres fuertes con dedos deformados por el reuma, por el frío, las espaldas castigadas de cargar cosas, cuida de las vacas y el invierno y su perra Luna aparecen como fieles compañeros siempre en su rutina diaria. Amador, su hijo, ha salido de la cárcel donde entró por pirómano y regresa al hogar materno con la naturalidad del que hubi