LLUEVE SOBRE MANHATTAN
Hablar a estas alturas de que Woody Allen está perdidamente enamorado de su ciudad, es una obviedad innecesaria, lo que parece casi mágico es la todavía capacidad del genio neoyorquino para seguir transmitiéndonos esa adoración a la ciudad de los rascacielos, y más concretamente a la isla de Manhattan, y que esa adoración nos penetre por cada uno de nuestros poros. Hablamos de esta pequeña joya que Amazon trató de hurtarnos en una campaña mediática deleznable contra Allen y que responde al ya de por sí romántico título de “Día de lluvia en Nueva York”. Una película que nos evoca a esas dulces comedias de los años 30 donde Lubitsch o Gregory La Cava aparecen como referentes claros. La pasión de Allen por su Manhattan recorre cada uno de los instantes en los que la luz que Vittorio Storaro utiliza, nos impregna de night clubs, músicos de jazz y dry martinis que a su vez se entremezclan con el Metropolitan Museum of Art (MET) o con el Moma. Sus ya cono